México, tan lejos del maratón



Por la falta de captación de talentos y por la llegada de atletas ocasionales, México se ha distanciado de las potencias en el maratón.


Entre finales de los años 80 y toda la década de los 90, los atletas mexicanos vivieron su mejor momento en la historia en tres de los seis grandes maratones del mundo. Triunfaron en Chicago (Alejandro Cruz, 1988, y Martín Pitayo, 1990), Londres (Dionicio Cerón, de 1994 a 1996) y Nueva York (Salvador García, 1991; Andrés Espinosa, 1993; y Germán Silva, 1994, 1995).

Aquellos buenos tiempos quedaron atrás. En la edición de 2016 de la carrera neoyorquina participaron mil 35 corredores nacionales. El mejor colocado fue Benjamín Dimas, quien terminó en el puesto 178.

Hoy abundan en el país corredores, que comienzan la prueba y no lo terminan. Un ejemplo de ello fue el Maratón de la Ciudad de México 2017 en el que arrancaron 29 mil 39, pero sólo 23 mil 887 realizaron el recorrido completo. En el de Nueva York de 2016 –que el próximo domingo celebra su edición 47–, 51 mil 999 tomaron la salida y solamente 605 no llegaron a la meta.

“Muchos de los corredores ocasionales lo hacen sólo por moda y por tomarse una fotografía en la meta. Los que lo hacen reflejan los estándares sociales de cómo debe ser el modelo de vida actual: una rutina sana a través del deporte. Este tipo de competidores evidencia serios problemas de autoestima; se autoengaña. Sufre de la teoría del falso self, un hombre que habita un mundo que no es”, señala Juan Carlos Hurtado, sicólogo por la Universidad Iberoamericana.

Enrique Hernández –entrenador del maratonista Ricardo Ramos, quien terminó en el lugar 120 en los Juegos Olímpicos de Río 2016– explica que estos corredores también existen en otras competencias a nivel mundial. En la de la capital mexicana es más evidente, porque es una prueba que sirve, precisamente, como preparación para los maratones de Chicago o Nueva York, los últimos fuertes del calendario.

“Algunos competidores de alto rendimiento corren 10 o 21 kilómetros, según su programa de preparación. Lo hacen porque las carreras en la Ciudad de México son muy demandantes por la altura y no quieren desgastarse. En el caso de los corredores ocasionales, sólo quieren recoger el premio que da la organización o tomarse la foto para subirla a sus redes sociales. Estoy seguro que lo harían aunque no corrieran la prueba”, agrega.

La organización del maratón capitalino reparte medallas con las letras que conforman la palabra “México” desde la edición 2013. En la de este año se entregó la “C”. Decenas de corredores inundaron las redes sociales con selfies en las que posaban con el premio.

“La medalla tiene una carga emocional, de éxito, que no está relacionada con el esfuerzo de terminar el maratón”, señala Angélica Rodart, sicóloga del Instituto Mexicano de la Psicoterapia.

Roberto Madrazo Pintado –ex gobernador de Tabasco y candidato presidencial en 2006– hizo trampa en el Maratón de Berlín de 2007, que corrió hasta el kilómetro 20. Después se salió del circuito y reapareció a la altura del 35. “Terminó la prueba” con tiempo de 2:41:42 horas, apenas 36 minutos más lento que el ganador, el etíope Haile Gebreselassie. Cuando cruzó la meta levantó las manos y recibió la presea que lo acreditaba como competidor. Poco tiempo después los videos revelaron su engaño.

Lucrecia Agundis –sicóloga egresada de la UNAM– explica que el comportamiento del político demuestra la cultura del mexicano y, en general, de los latinoamericanos.

“En el orden de valores de estas sociedades no es prioritaria la disciplina y, por lo tanto, no siguen las reglas. Tienen la mentalidad de conseguir las cosas con el menor esfuerzo posible. Lo anterior tiene su origen en la familia, es decir, la educación que se les inculcó en sus primeros años de vida”, expresa Agundis.

Hernández explica que la afluencia de los corredores ocasionales perjudican a los atletas de alto rendimiento, porque tanto estos como los aficionados no les permiten avanzar en el maratón al ritmo que ellos tienen planeado.

“Los corredores de moda tampoco sirven como semillero para que se conviertan en maratonistas de alto rendimiento. La mayoría no se prepara adecuadamente y los que tienen talento no son canalizados por los organizadores de las carreras con los entrenadores o federaciones”, sentencia Hernández.

Hurtado dice que en el caso de los mexicanos, una de sus características es que le ven el lado positivo a todo, incluso en las competencias deportivas. En este caso creen que colgarse la medalla ya es un logro, aunque no hayan cumplido con el reglamento.

“Los verdaderos maratonistas corren para demostrarse que pueden superar sus límites”, agrega.

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