Una muerte trágica y una maldición " historias de maratonistas famosos"


Samuel Wanjiru, de 24 años, el primer keniano en ganar la medalla de oro en la maratón en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, murió al caer a la calle desde el balcón de su departamento ubicado en un primer piso, en Nyahuburu, una ciudad del legendario valle del Rift situada a 150 kilómetros de Nairobi, la capital de Kenia.

Las primeras investigaciones señalaban que se trató de un suicidio, pero hay otras versiones que afirman que la caída se produjo después que su esposa, Trizaj Njeri, lo encontrara en su casa con otra mujer. Según ella y un testigo, el atleta llegó ebrio de un bar, en compañía de una supuesta amante, hecho por el cual se generó una fuerte discusión. Minutos más tarde fue hallado en la calle, con el cráneo fracturado y múltiples lesiones.

La acompañante declaró que Wanjiru quiso agarrar a su esposa, luego que ella saliera corriendo tras la discusión, y cayó por el balcón accidentalmente. El corredor fue trasladado a un hospital de la zona, pero murió poco después de haber ingresado. Wanjiru era el atleta más joven en haber triunfado en cuatro grandes maratones: Beijing 2008, Londres 2009, Chicago 2009 y 2010. A su vez, era la gran esperanza de Kenia para los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y el primer atleta keniano en haber obtenido la medalla de oro en esa disciplina.

Sin embargo, en los últimos tiempos, su carrera deportiva se vio opacada por reiterados conflictos, especialmente conyugales. El pasado 30 de diciembre, su esposa lo acusó de haberla amenazado de muerte con un arma de fuego, pero en febrero retiró la denuncia. Además, Wanjiru debía presentarse el próximo 23 de mayo ante un tribunal de Nyahururu por posesión ilegal de un arma.

SUPUESTA MALDICIÓN, TRÁGICA MUERTE

La muerte de Samuel Wanjiru pone otra vez sobre el tapete la serie de trágicos acontecimientos, que condujeron al fallecimiento de maratonistas vencedores en los Juegos Olímpicos creando la maldición de la maratón olímpica.

Sin seguir un orden crono lógico vamos a recordar algunas situaciones de atletas que forman parte de esta supuesta maldición.
Roma 1964Abbebe Bikila, una leyendaEn 1960 por primer vez un etíope, un africano, conseguía una medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Abebe Bikila ganó la maratón de Roma rompiendo todos los récords, y lo hizo descalzo. Empleó 2h15m16s para los 42km195. Nadie sabía su nombre, nadie entendía que hacía allí esa persona delgada, con la camiseta 11, de aspecto de asceta.

El 10 de septiembre, el día destinado para la realización de la maratón, Abebe Bikila, que tenía 28 años, se calzó las zapatillas Adidas, el auspiciante de los Juegos, con las que debía correr, pero no se sintió cómodo. Lejos de desanimarse, Bikila decidió correr descalzo, como tantas veces lo había hecho. Todo el mundo lo miraba extrañado, ¿quien era ese atleta sin zapatos?

APAbibi Bikila, el maratonista que corría descalzo

Cuando llegó a la meta, con la multitud enloquecida, los aplausos y los flashes, el etiope descalzo, ese esbelto desconocido, no se detuvo y siguió corriendo hasta llegar al Arco de Constantino; allí estaba su gloria, la de toda su nación, a pocos metros de donde Mussolini había partido con su ejército a la conquista de Etiopía.

Cuando se le preguntó porque corría sin zapatillas, el etiope fue consciente del simbolismo de su gesta y expresó: "Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo". A esa altura, Abebe se había convertido en una leyenda.Cuatro años más tarde, esta vez calzado, volvió a colgarse la medalla de oro en los Juegos de Tokio, mejorando el récord mundial, con 2h12s11s, estableciendo la segunda victoria consecutiva de un mismo atleta en la maratón olímpica. La leyenda aumentaba y África ardía de alegría. 

La estrella que iluminaba la vida de Bikila se apagó sin previo aviso. Una lesión lo obligó a abandonar en plena carrera de los Juegos de México 1968. Un año después, durante los disturbios civiles de su país, trató de desviar su auto ante una protesta, en Adis Abeba. Perdió el control del vehículo, volcó y quedó parapléjico.

Luchó frente a la adversidad, hasta que el 23 de octubre de 1973, Abebe Bikila falleció a causa de una hemorragia cerebral provocada por complicaciones debidas al accidente, tenía tan sólo 41 años y el estadio nacional de Adis Abeba lleva su nombre.

  • Delfo Cabrera y el último homenajeSi alguien le hubiese dicho que su vida cambiaría por completo después de los Juegos Olímpicos de Londres 1948. el argentino Delfo Cabrera lo hubiese mirado asombrado.

    ¿Cómo le iba a pasar eso a él, que había llegado a Buenos Aires desde el pequeño pueblo de Armstrong en Santa Fe para conseguir un mejor futuro. A él, que trabajaba de bombero en la Policía Federal mientras se preocupaba por mejorar sus tiempos.

    Aquel 7 de agosto de 1948, ese hombre bajo y robusto, de denso bigote negro y unas piernas capaces de todo, ganó la maratón. Su destino cambió para siempre y dejó una marca ineludible en la historia del deporte argentino.
Nadie se hubiera atrevido a vaticinarlo cuando subió con sus 29 años y todas sus ilusiones al Vapor Brasil. Tampoco él, a su regreso, habría imaginado que sería la última victoria olímpica del atletismo argentino. No eran cuestiones que podían pasar por su cabeza antes de emprender el viaje de 21 días hacia Cannes, después cruzar Francia en tren y tomar otro barco para llegar a Londres. 

Sus preocupaciones eran otras. En primer lugar, cómo serían las condiciones para entrenarse en la cubierta del barco y no perder su estado físico. Después, cuidar esos 750 pesos que le habían entregado sus compañeros de la Policía en una colecta que se redujo a la mitad porque el jefe dijo que era mucho dinero.

Cuando llegó a Londres, Cabrera se encontró con una ciudad devastada por la Segunda Guerra Mundial, hundida en el racionamiento de la comida que no hacía diferencias con los deportistas olímpicos.

En esas condiciones afrontó el día más importante de su vida deportiva. Nunca antes había corrido una maratón (42,195 kilómetros), pero su entrenador, Francisco Mura, le tenía fe. En tanto sus compatriotas Armando Sensini (al final noveno) y Eusebio Guíñez (quinto) luchaban entre los adelante, Cabrera regulaba sus energías.

En los últimos kilómetros, Delfo fue recuperando posiciones y entró al estadio de Wembley en el segundo lugar, a unos metros del belga Etienne Gailly, quien extenuado por el esfuerzo no pudo sostener su liderazgo. Cabrera cruzó la meta tras 2h34m51s4 ante los 70.000 espectadores que descubrían su nombre en el cartel indicador (decía Cabroro). Fue el 7 de agosto, el mismo día que Juan Carlos Zabala se había coronado en la maratón de Los Angeles 1932.

Por su notable victoria, Delfo fue ascendido a cabo en la Policía. Pero el mayor reconocimiento fue la casa que recibió de manos de Juan Domingo Perón. Allí nació un afecto mutuo con el presidente y con Evita que le costó disgustos unos años más tarde.

Como Cabrera estuvo tan identificado con el peronismo, que la Revolución Libertadora derrocó a Perón en 1955, lo dejó cesante en todos sus trabajos. Sin embargo, en 1957 le otorgaron uno en la Municipalidad: pincha-papeles en el Jardín Botánico. Increíble premio para quien ganó la maratón de los primeros Juegos Panamericanos en 1951.

Delfo Cabrera murió trágicamente, el 2 de agosto de 1981, en un accidente automovilístico en el km. 187 de la Ruta Nacional Nº 5, en las cercanías de Alberti, cuando regresaba de ser homenajeado en la Ciudad de Lincoln, en la provincia de Buenos Aires. Cabrera falleció, tras gozar del que fue el último homenaje argentino a los 62 años.

El OuafiEl Ouafi asesinado por la independencia de Argelia
El argelino Ahmed Boughéra El Ouafi fue el primer campeón olímpico africano (no consideramos tales a los atletas de etnia europea de la racista Unión Sudafricana) y lo fue al vencer inesperadamente en la maratón de los Juegos de Amsterdam 1928.



Nacido en Ouled Djellal cerca de Biskra, en Argelia (entonces colonia francesa), Ahmed hizo su servicio militar en el regimiento 25 de fusileros y luego se alistó en el en el ejército francés. Fue enviado a París en 1923 para participar en una competencia militar y allí descubren sus condiciones atléticas.






Getty ImagesEl francés Bouthera El Ouafi, víctima de asesinato

Participa en los Juegos de París 1924, vistiendo los colores de Francia, y finalizó séptimo. En Ámsterdam, también como representante de Francia, se mantuvo detrás de los líderes durante las tres cuartas partes de la carrera y se desprendió cuando aún faltaban más de cinco kilómetros para la meta. Nadie lo siguió y superó al segundo, el chileno Manuel Plaza, por 26 segundos.

Tornero de Renault en Boulogne-Billancourt (que ahora fabrica tornillos y remaches de vehículos...) dejó el trabajo para exhibirse como profesional. Después perdió sus ahorros al ser estafado por un socio del bar que compró y cayó en la miseria.

Enfermo y sin ingresos, el diario L´Équipe promovió una suscripción entre sus lectores en 1956 (al ganar Alain Mimoun, otro franco-argelino, la maratón olímpica).

El 10 de abril de 1959 miembros del FLN (Front de Libération Nationale) ametrallaron a los clientes de un bar de Saint-Denis matando, entre otros, a Ahmed Boughéra El Ouafi. No se sabe si la represalia iba contra la propietaria del establecimiento por no pagar el "impuesto revolucionario" o en contra de El Ouafi, por no apoyar él públicamente la independencia argelina. Tenía 60 años. Fue enterrado en Bobigny y una calle lleva su nombre en Saint-Denis.
  • Wolde, de héroe a villanoEl militar etíope Demisse Mamo Wolde fue uno de los primeros atletas africanos de larga distancia que consiguieron éxitos a nivel internacional. Sus primeros Juegos Olímpicos fueron en Melbourne 1956, con resultados bastante malos, pues fue último en las series clasificatorias tanto en 800 como en 1.500 metros.
No participó en los Juegos de Roma 1960, pero regresó en los de Tokio 1964 ya convertido en corredor de larga distancia. Estuvo a punto de lograr una medalla en los 10.000 metros, donde acabó en cuarta posición. Participó también en la maratón, distancia en la que ese mismo año había derrotado a Abebe Bikila en una prueba preolímpica en Adís Abeba. Sin embargo en los Juegos la victoria fue para Bikila, mientras que Wolde se retiró.

Su gran momento llegó en los Juegos de México 1968. Primero logró la medalla de plata en los 10.000 metros, por detrás del keniano Naftali Temu.

Y más tarde, ganó la medalla de oro de la maratón con un tiempo de 2h20m26s, superando por más de tres minutos al japonés Kenji Kimihara (2h23:31).

El australiano Derek Clayton, que a priori era el gran favorito tras haber batido el récord mundial un año antes, solo pudo concluir séptimo. Por su parte Abebe Bikila, que participó también en esta carrera, abandonó en el km 17, pues se resintió de una lesión producida meses antes.

Tras las victorias de Abebe Bikila en Roma 1960 y Tokio 1964, la victoria de Wolde era la tercera consecutiva para Etiopía en la maratón olímpica.

En 1972, ya con 40 años, trató de defender su título en Munich, donde finalmente obtuvo la medalla de bronce, al ser tercero del estadounidense Frank Shorter y el belga Karel Lismont. Era la tercera y última medalla olímpica de su carrera deportiva. Después abandonó el atletismo, y se dedicó a la profesión militar, con antecedentes de formar parte de misiones de paz de la ONU en Corea y Congo.

En 1993 fue arrestado y encarcelado en su país bajo la acusación de haber participado en el asesinato de un opositor durante la dictadura de Mengistu Haile Mariam (1977-1991). Wolde argumentó que aunque estuvo presente cuando se cometió ese crimen, no participó en él directamente.

Amnistía Internacional, para la que nunca existieron pruebas de que Wolde estuviera implicado en violaciones de los derechos humanos, denunció varias veces su caso. También el Comité Olímpico Internacional se interesó por su situación ante las autoridades etíopes, pero no lograron nada positivo.

En enero de 2002 fue puesto en libertad, porque se encontraba muy enfermo. El 26 de mayo de ese mismo año falleció en su casa de Adís Abeba. Tenía 69 años.

UNA CUESTIÓN DE CRITERIO

Estos hechos trágicos sucedidos a los héroes de la maratón de los Juegos Olímpicos Modernos constituyen parte de la supuesta maldición de los ganadores de la maratón olímpica, nacida al relacionarlos. ¿Casualidad o maldición? Se los dejo a su criterio.

Eduardo Alperín es periodista deportivo desde 1958. Fue prosecretario de deportes del diario La Nación de Buenos Aires y cubrió los Juegos Olímpicos de Montreal 76, Moscú 80, Los Angeles 84, Seúl 88, Barcelona 92, Atlanta 96, Sydney 2000 y Atenas 2004. Fue jefe de prensa del Comité Olímpico Argentino entre 1995 y 2002. Actualmente, cubre el área de prensa de ESPN Sur y es columnista de ESPNdeportes.com. Consulta su archivo de columnas.
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