A veces el destino te llama de regreso a casa sin proponértelo. Eso le pasó a Frank Shorter, quien pese a correr bajo la bandera de los Estados Unidos, nació y se encumbró a la gloria en territorio alemán.
Shorter nació en Münich el 31 de octubre de 1947. Hijo de un físico que sirvió a las Fuerzas Armadas, fue el segundo de una familia de 11 hijos, su llegada al mundo lejos de casa no fue más que una casualidad que tardó poco menos de 25 años en comprenderse.
Samuel Shorter, su padre, ganó una gran reputación por su servicio a la comunidad de Middletown, Nueva York, donde el pequeño Frank creció. No obstante, muchos años después, específicamente en 2011, la revista Runner’s World reveló una infancia dura para Frank y sus hermanos por las conductas agresivas de su padre, algo que su hermana Barbara calificó como “un profundo desorden narcisista de personalidad”
Fue Frank Shorter junto a Steve Prefontaine quienes desataron el “boom” del running en Estados Unidos, gracias a sus victorias y a su carisma. De hecho, Shorter fue una de las últimas personas que vieron con vida a Prefontaine, minutos antes del accidente carretero que le costó la vida en 1975.
Tras terminar la carrera universitaria en la Universidad de Yale, Shorter cursó un posgrado en la Universidad de Florida, donde terminó de explotar su potencial atlético. En 1971 se impuso en los 10 mil metros planos y en el maratón de los Juegos Panamericanos de Cali, que se sumaron a la primera de sus cuatro victorias consecutivas en el 42K de Fukuoka.
Al año siguiente llegó su momento de gloria y el destino quiso que fuera en su ciudad natal. Frank Shorter se proclamó campeón olímpico del maratón de Munich 1972 con un tiempo de 2:12:19. Curiosamente, al entrar al estadio, Shorter escuchó abucheos del público, ya que un espontáneo burló la seguridad y dio una vuelta a la pista justo antes de la entrada del líder.
Cuatro años más tarde, se tuvo que conformar con la plata de la misma prueba en Montreal 1976, al ser sorprendido por el alemán oriental Waldemar Cierpinski, lo que lo dejó a un paso de repetir la hazaña del doble título olímpico de Abebe Bikila. En la década de los 90, Cierpinski fue señalado como uno de los muchos atletas que formaron parte del sistema de dopaje que llevó a deportistas de Alemania Democrática a romper marcas insospechadas, aunque su palmarés nunca se le retiró.
La vida de Shorter siguió ligada al deporte de diferentes maneras: fue presidente de la Asociación Antidopaje de Estados Unidos (USADA, por sus siglas en inglés) entre 2000 y 2003. Actualmente dedica buena parte de su tiempo a combatir el maltrato infantil, como del que fue objeto a manos de su padre. 
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